Proyecto Abuelos en la Red Huétor Tájar

jueves, 8 de noviembre de 2007

TRABAJANDO DESDE MI TIERNA INFANCIA







Nací en el campo allá por el 1945, eran tiempos difíciles para todo el mundo pero mas aún para las familias con pocos medios como la mía. De niña no pude ir a la escuela ni yo ni mis hermanos, éramos cuatro tres niñas y un chico y había que ayudar en casa en todo lo que se podía. Así desde bien pequeña guardaba animales y cuidaba de mis hermanos porque yo era la mayor. Con pocos años ya cogía aceitunas a los kilos . Cuando fui un poquito mayor con unos 14 años me pusieron a coser en casa de una mujer para que ella me enseñara mientras la ayudaba, esto estaba a unos tres o cuatro kms de casa, los cuales los hacíamos andando o montados en un mulo que nos dejaba el padre de una de mis amigas que venían conmigo. Éramos tres así que dos montábamos en el animal y otra se cogía de la cola para que el animal la remolcara un poquito en la cuesta arriba del camino. Esto era el día a día durante un año, hasta que llegó de nuevo la temporada de recogida de aceituna y de nuevo hubo que dejar la abuja y el dedal para recoger la cosecha.
Cuando acabó la temporada le dije a mi padre que quería una máquina de coser, y él me dijo que no podía comprármela, que si la quería la ganara yo trabajando en el campo con una tía mía. Así escardando, deshierbando y cegando durante todo un año conseguí ganar lo suficiente para comprar mi máquina de coser , pues mis amigas todas la tenían ya. Una vez la tuve, me puse tan contenta. Pero me surgió otro problema, no tenía nada que coser, pues en casa no había dinero para comprar tela. Mi padre me dijo que si quería tela debía de seguir trabajando a peón y medio, es decir el peón para la casa y el medio era para la compra de la tela para hacer la ropa para todos con la ayuda de mis amigas. Así cortábamos algunas cosillas y otras nos las cortaba la maestra.
En aquellos tiempos no había tantas fiestas, y estas reuniones de trabajo muchas veces servían también para relacionarnos con la gente de nuestra edad conservar la amistad, charlar y divertirnos a nuestra manera.
Ahora tengo sesenta y un año, cuido de mi madre y voy a la escuela de Adultos allí aprendo algo de lo que antes no pude, además de hacer amistades y distraerme con mis compañeras, y las maestras que son estupendas.

Antonia Ruiz Martos.



 

viernes, 19 de octubre de 2007

RECUERDO A LOS ABUELOS CON CARIÑO



Mi nombre es Paqui y voy a contar la Historia de mi infancia, nací en el campo en el seno de un matrimonio muy joven, fuí la primogénita.
Mi casa estaba muy cerca de la de mis abuelos paternos y cuatro tías solteras que vivían con ellos, allí en casa de mis abuelos era donde yo pasaba casi todo el tiempo, me gustaba mucho estar con ellos porque entre ellos y mis tías me tenían muy mimada, me daban todos los caprichos.
Recuerdo cuando me quedaba a solas con mi abuela, yo le decía que me dolía la barriga para que me hiciera una horchata de almendras y ella me la hacía con todo su cariño. También en mi casa con mis padres era muy feliz como niña sola que era. Ellos además de darme cariño también tenían que preocuparse de educarme, ellos me enseñaron a leer a escribir, a llamar de usted a los mayores, que en aquel tiempo era una forma de ser educado según las costumbres.
Yo vivía muy contenta, solo me faltaba tener un hermano, no me gustaba estar sola.
Cuando tenía siete años vino mi primer hermano, un niño. Yo estaba muy contenta pero lo bueno siempre dura poco. Cuando mi hermano tenía un año y yo tenía ocho mi madre se puso enferma y nos tuvimos que ir a vivir a Loja porque allí los médicos estaban mas cerca.
Entonces mi vida dió un cambio total, estaba en un pueblo extraño sin conocer a nadie y echaba mucho de menos a mis abuelos y a mis tías, estuvimos un año en Loja y luego nos vinimos a Huétor Tájar.
Al cumplir trece años tenía ya cuatro hermanos, por eso nunca pude ir a la escuela porque tenía que ayudar a mi madre en la casa. Por aquel tiempo mis abuelos también se vinieron a vivir a Huétor Tájar y yo seguí yendo a su casa como siempre.
Para mí la casa de mis abuelos era como mi segunda casa y ellos como mis segundos padres. Por eso toda mi vida los recordaré con un cariño especial.
A los catorce años me enamoré y a los diecinueve me casé. Con veintitrés tuve mi único hijo, lo mejor que me ha pasado en mi vida.
Ahora estoy en la escuela de adultos, y voy al centro Guadalinfo estoy aprendiendo mucho, siempre me gustó aprender cosas nuevas y ahora estoy aprovechando la oportunidad que los nuevos tiempos me ofrecen.

¡¡¡ Quién me iba a decir a mí que iba a poder publicar este pequeño relato en Internet!!!.
Esto es increible.

Francisca Entrena

miércoles, 13 de junio de 2007

UNA INFANCIA MARCADA


Empezaré contando algo de mi infancia, algo de lo que más me gustaba que era irme a casa de mi abuela pues siempre estaba rodeada de cariño, ella era una mujer fabulosa.
Yo era un poco caprichosa, y siempre le estaba poniendo cosas en desorden, me gustaba hacer teatros y me llevaba a mis amigas y juntas nos divertíamos mucho. Un día salí de paseo con una amiga y me encapriché en un muñeco que me gustó mucho y le pedí que me lo comprase y le parecía disparatado el precio pues ya ves valía treinta y cinco pesetas pero en el año mil novecientos cincuenta, esto era mas de lo que ganaba un jornalero al mes, pero aún así lo conseguí, y es que el muñeco lo valía, aún a mis años todavía lo tengo.
Cuando tenía 10 años cambié de casa y de provincia por lo que sufrí mucho dejar mi tierra natal. Aún todavía la recuerdo, pero por otra parte estoy agradecida de haberme trasladado, conocí nuevas amigas y unas vecinas muy buenas que se prestaron en darme una buena amistad, y se ofrecieron a enseñarme a hacer varias labores, como encaje de bolillo, punto de cruz, bordar mantillas de tul y otras labores que a mí me gustaba aprender ya que eso era lo que en aquella época se hacía, además de ayudar en la casa y en el campo.
Así me hice mayor y conocí al que después sería mi marido. Me enamoré y lo elegí para compartir mi vida. Me casé con veintiún año y tengo cinco hijos y ocho nietos, los cuales son maravillosos y les quiero mucho y esto es la parte mas bonita de mi vida, pues la otra parte es mas larga y bastante mas dura.

Antonia Gámiz

miércoles, 6 de junio de 2007

UNA MADRE ENAMORADA DE LA ÉPOCA EN QUE VIVIMOS


Quisiera relatar una pequeña historia desde el pasado hasta el presente.
En casa de mis padres éramos seis hermanos, en los tiempos de la posguerra, teníamos pocos juguetes y los pocos eran hechos por nosotros como los muñecos y las pelotas, pero no recuerdo haber pasado faltas, sí recuerdo haber jugado mucho y tener una niñez feliz. Cuando tuve 14 años me puse en un taller de costura para aprender a coser y me hice modista y así trabajando ayudaba a mis padres en aquellos tiempos difíciles donde todos incluso los pequeños arrimábamos el hombro a medida de nuestras fuerzas.
Cuando tuve 19 años me enamoré y así pasaron unos años, con pocos recursos pero felices, y cuando llegó mi boda la recuerdo con mucha ilusión pero no como las de ahora con tanto lujo, fue una boda sencilla pero bonita y muy emotiva donde nos reunimos toda la familia en un almuerzo y después por la noche hubo baile y la invitación para todos los amigos y conocidos. Fuimos de viaje de novios a Sevilla.
Así pasaron los años con mucha ilusión y como todos los jóvenes íbamos a todas las fiestas y lo pasábamos bien, pero todo con pocos recursos porque trabajando se ganaba muy poco, y eran tiempos difíciles para la gente del campo. Después vino una nueva etapa que fue la de los hijos, primero nació una niña preciosa que se llama Ana Mari, y se crió muy gordita, después nació mi segunda hija, Marisol y todos estábamos muy contentos y éramos una familia feliz, posteriormente nació mi última hija Fani, recuerdo esa época con mucho cariño, le hacía la ropita a mis hijas y las peinaba con sus pipines y disfrutaba cuidándolas y viéndolas crecer. Esta es quizás la época que recuerdo con mayor añoranza.
Estoy contando esta historia cuando tengo 71 años, dos hijas tengo casadas y cinco nietos y Fani está soltera es profesora de pedagogía. Ya estoy jubilada y después de tantos años de lucha en la vida tengo un poco de tiempo libre para mí y lo aprovecho aprendiendo cosas nuevas que antes no pude por circunstancias de la vida y del momento, así ahora voy a la escuela de Adultos y al centro Guadalinfo de mi localidad donde estoy aprendiendo a manejar los ordenadores, ya consigo comunicarme con mis hijas y nietos a través del correo electrónico, algo impensable hace algunos años. También voy a gimnasia y todo ello me sirve para tener una vejez saludable y activa aparte de pasarmelo bien en compañía de mis compañeras y mis profes.
Emilia C.

miércoles, 16 de mayo de 2007

¡QUÉ TIEMPOS AQUELLOS!



Hasta los 10 años viví en el campo, en la localidad granadina de Loja, a esa edad mi familia y yo partimos hacia Antequera, pero antes de que fuera toda la familia nos fuimos mi padre y yo con otros tres hombres mas, y yo a esa edad debía hacer de comer para todos.
Allí me pasan muchas aventuras debidas a mi corta edad, como perderme por el camino cuando iba a lavar al río y no saber volver a casa.,pude volver gracias a un chico que me encontró y llevó de vuelta a casa (hoy en día ese chico es mi cuñado).
Para Navidad ya vino toda la familia, mi madre estaba embarazada y el día 22 de diciembre dio a luz una niña, la cual enfermó con 40 días de vida y me la llevé yo a Loja con mis abuelos maternos, donde la cuidé hasta los tres años que regresamos las dos a Antequera.
Ya tenía yo 13 años, allí me puse a ayudar a mis padres trabajando en el campo y demás tareas del hogar, ya que hacíamos en casa el pan, los dulces de Navidad etc. Es por eso que no pude ir nunca a la escuela, aunque me hubiera gustado ir como todos los niños, lo poco que aprendí fue gracias a una maestra que iba a la escuela rural y yo por las noches me iba con ella para acompañarla y ella me enseñaba algunas cosas. Ahora con 57 años voy a la escuela de adultos de mi localidad para intentar aprender un poco más de lo que no pude en mi niñez.

Casi Fernández

viernes, 30 de marzo de 2007

LA VIDA EN UN PIZ PAZ...








 







Mi historia comenzó hace cincuenta y tres años.
De pequeña me crié a temporadas con mis abuelos maternos en un cortijo, porque pronto vino otra hermana y mi madre no podía cuidarnos bien a las dos.En casa de mis abuelos había cinco o seis hermanos de mi madre, entre ellos una tia que era tres años mayor que yo, por lo que siempre jugábamos juntas y yo estaba allí muy agusto. Aunque a veces, mis tíos mayores me hacían cuatro travesuras y se reían de mí, una de tantas fue que a mi me daba miedo de las ropas y cosas negras y meDe pequeña me crié a temporadas con mis abuelos maternos en un cortijo, porque pronto vino otra hermana y mi madre no podía cuidarnos bien a las dos.En casa de mis abuelos había cinco o seis hermanos de mi madre, entre ellos una tia que era tres años mayor que yo, por lo que siempre jugábamos juntas y yo estaba allí muy agusto. Aunque a veces, mis tíos mayores me hacían cuatro travesuras y se reían de mí, una de tantas fue que a mi me daba miedo de las ropas y cosas negras y me gustaba mucho irme al patio a jugar con el agua, entonces me pusieron unos zapatos negros allí cerca y ya no volví por allí.
Mi tía la que era de mi edad, es la que más recuerdo, nos compraban la ropa igual y hasta el día de Reyes nos echaban los mismos regalos.
Después se fueron mis abuelos a vivir al pueblo y me fui con ellos para ir al colegio. Veía a mis padres muy a menudo, mi padre era panadero e iba a llevar pan al pueblo, yo iba a la tienda donde dejaba el pan para verlos y así conseguía dinerillo para comprar algún caprichillo.
Más tarde, mis padres también se vinieron al pueblo, y ya me fuí con ellos, aunque también iba mucho a casa de mis abuelos que vivían cerca de mi casa.
En casa teníamos una panadería muy grande, antiguamente había un convento de monjas pegado a una iglesia. La casa era muy grande, tenía un patio interior con columnas y una fuente con un gran caño de agua donde la gente iba a por el agua y el pan. Mis padres como he dicho eran panaderos y mis hermanas y yo les ayudábamos de vez en cuando a despachar pan y hacer dulces.
Después a los quince o dieciséis años me fui a estudiar magisterio a Granada. Al poco de terminar la carrera , empecé a trabajar en una Residencia Escolar donde estuve unos doce años, etapa que recuerdo con un poco de pena.
Ahora estoy en casa, cuidando de mi familia, y últimamente me he apuntado a un cursillo de informática que me gusta mucho y creo que estoy aprendiendo muchas cosas. De nuevo vuelvo a sentirme activa y motivada y con ganas de realizar muchas cosas nuevas. Este medio me ofrece la oportunidad de expresarme y sentirme integrada en una sociedad en continua evolución.

airam

miércoles, 28 de marzo de 2007

¡CÓMO CAMBIA LA VIDA!


Hola, mi nombre es Margarita, y voy a contar un poco de mi vida. Nací en los años cuarenta, mi vida fue muy regular, de niña nunca tuve Reyes ni cumpleaños, los Reyes eran los muñecos de trapo que yo misma me hacía con un trozo de tela vieja que le cogía a mi madre; los pelos eran la lana de la almohada que cogía y luego mi madre me regañaba.
Fuí al colegio muy poco, hasta que hice la primera comunión con siete años. La maestra en vez de enseñarme me mandaba hacer sus faenas de la casa y las compras que necesitaba. Después con nueve años me fuí de niñera de una niña ganando quince pesetas al mes. La vida no era fácil, fuera de mi casa acordándome mucho de mis hermanos, la señora era de lo que había antes, no tenía consideración de nadie todo era pasarlo muy mal. Ahora todo ha cambiado, ya soy mayor y estoy en la Escuela de Adultos, estoy aprendiendo lo que no pude antes, estoy muy contenta con mis compañeras y las señoritas son estupendas, os recomiendo a todos los que no habéis tenido la oportunidad de jóvenes de aprender que lo hagáis en cuanto tengáis esa oportunidad, lo pasaréis muy bien.

Margarita P.

UN VIAJE FELIZ


Nací en una casería llamada Espadero en Calardos. Mis padres eran trabajadores del campo. Allí teníamos nuestra casa y éramos muy felices. Había muchos árboles frutales, y mi padre sembraba trigo. Allí junto con mis hermanas jugábamos en los prados verdes y nuestra madre cariñosamente nos llamaba al atardecer para darnos la merienda.
Al anochecer nos duchaba y junto a un candil mi madre nos hacía muñecas de trapo con el pelito de lana. Después mi padre nos traía leña junto a la chimenea y encendía el fuego. Allí pasábamos la velada jugando con nuestras muñecas. Después cenábamos y mi madre nos acostaba. Antes de dormir resábamos nuestras oraciones. Juntas en una cama nos dormíamos todas. Al día siguiente nos arreglábamos y nos preparábamos para ir al colegio, que como estábamos lejos del pueblo teníamos que ir subidas en una burra.
Todas sacamos el graduado escolar con muy buena nota.
Ya siendo más mayores nos vinimos a vivir al pueblo. En el pueblo hicimos muchas amigas, y también teníamos nuestra familia. Nos relacionábamos con mas gente. Íbamos al cine, al paseo, en la plaza se paseaba la gente a la salida de misa.
Como yo soy la mayor, ayudaba en la casa y así aprendía las tareas de casa. Ya siendo mas mayores nos pusieron en un taller para que aprendiéramos a coser. Así nos hacíamos los vestidos.
Después me casé y fui muy feliz en mi matrimonio. Tuve dos hijos, y los eduqué como creía que era mejor. Me dieron cuatro nietos, todos muy buenos y disfruté con ellos lo más grande de mi vida llevándolos al colegio, mesiéndolos y acariciándolos y contándoles historias de nuestra vida. Los llevé a los columpios, al cine y a todos los itios que a ellos les apetecían.
Hasta que un día el abuelo enfermó y nos dejó y se acabó la felicidad. Ahora me encuentro sola pero rodeada de todos los que me quieren.

Antonia G.

miércoles, 14 de marzo de 2007

NUNCA ES TARDE PARA APRENDER

Hola
Me llamo Rosalia soy ama de casa,tengo 63 años, cuatro hijos y cuatro preciosas nietas.
Como se sabe hay que luchar mucho para sacarlos adelante, en todos los sentidos, pero estoy muy orgullosa de ellos.
Bueno, a lo que vamos, yo soy una persona con muchas inquietudes, siempre me ha gustado hacer de todo y manualidades de todo tipo.
Un día me puse a pintar y me salió bien, me gustó. Hoy tengo mas de cien cuadros
pintados al óleo, con una gran variedad.
Un día me quedé mirando el ordenador y dije:
-¡pero si yo quiero saber manejar este aparato!- me fui a Guadalinfo, me recibió una joven y me dijo:
-¿ que quieres?
-¿puedo hacer un curso para aprender informática? o ¿ seré muy mayor?
-claro que sí,- contestó ella amablemente, ahora mismo te apunto.

Yo me puse muy contenta .Pasados unos días me llamó y empecé a hacer el curso, me gustaba mucho, para mí es como si se me hubiera abierto una ventana a todo mi querer saber.Hoy en día me comunico con mi familia, amigos y compañeras del curso cada vez que quiero a través de correos electrónicos y con el Messenger, y si me meto en Internet me informo de la actualidad diaria.

Yo animo a que todo el que pueda y le guste que lo haga, que nos distrae, es muy bonito e interesante .

DECÍDETE Y ADELANTE.

ROSALÍA FORTIS JIMÉNEZ