Proyecto Abuelos en la Red Huétor Tájar

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Nuevo Recinto Ferial de Huétor Tájar

Desde el año 2007 el municipio cuenta con un nuevo ferial más funcional y con toda clase de acondicionamiento, uno de los mejores de la provincia de Granada. Está dotado de los mejores servicios y situado junto a la Redonda del municipio lo que hace un acceso inmejorable.

Es muy amplio y muy bien dotado, cuenta con calles muy bien asfaltadas, espacio para el castillo de fuegos artificiales que tanto le gusta a los hueteños, para los columpios, chiringuitos, puestos de turrón y juguetes y numerosas casetas privadas que junto con la caseta municipal, la caseta de la juventud, y el botellódromo amenizan la feria.

martes, 15 de febrero de 2011

HISTORIA DE UNA ÉPOCA .

Nací el 21 de diciembre del año 53, en el cortijo de Montoya en el término de Loja, provincia de Granada. Mi abuela paterna atendió el parto porque en esa época los niños nacían en las casas.
Soy la segunda de 12 hermanos, así de pequeña ya ayudaba en la casa y criaba a mis hermanos pequeños. Aunque no había mucho con lo que jugar, nos la ingeniábamos para divertirnos unos con los otros. Cada uno ideaba una tontería, y unas veces nos disfrazábamos con ropas viejas, y otras nos bastaba con una cuerda para jugar a la comba.
Al vivir en los cortijos no había  colegios, venía un maestro por los cortijos cada dos días y nos daba un rato de leer y nos ponían  deberes. Posteriormente cuando yo tenía unos diez años vino una señorita de Barcelona, que era maestra aunque allí no ejercia. Cuando ella vió tantos niños sin escolarizar, se movilizó para que se hiciera un colegio. Se cedió un terreno y los vecinos aportaron cada uno lo que podían unos con su trabajo otros con algún dinero para comprar los materiales y con cuatro mesas y algunas sillas aquella escuela se puso en marcha. También gracias a ella pudimos hacer la primera comunión, pues ella se puso en contacto con los curas de Loja que hacían unas misiones por los cortijos en el mes de mayo para que los niños fueran bautizados porque había muchos padres que no bautizaban a sus hijos y ya hicimos  la primera comunión, en mi caso la
hice con 12 años junto a mis hermanos.
Así aprendí un poco las primeras reglas para defenderme. Posteriormente llegó el momento de examinarse para obtener el certificado de escolaridad o estudios primarios y había que desplazarse al Molino Malagón donde había otra escuela para hacer el examen. Denuevo el infortunio quizo que no pudiera ir debido a que mi madre se encontraba hospitalizada y yo debía cuidar a mis hermanos. Ya no hubo mas oportunidades de aprendizaje para mí pues teníamos que trabajar en el campo .
Cuando ya éramos algo mayores nos llevaban a las ferias del pueblo, siempre andando y casi siempre cuando llovía, llegábamos con la ropa y los zapatos llenos de barro. Como éramos tantos, no podíamos ir todos, porque no teníamos  ropa nueva ni calzado para todos, y nos los íbamos cambiando para ir a la feria por grupos.
En los cortijos también organizaban  fiestas, unas veces en unos y otras en otros. A estas fiestas llevaban uno o dos músicos, un acordeón un violín, bandurria y  nunca iban acompañadas de cante.     
Se bailaba toda la noche hasta la mañana siguiente, y allí nos juntabamos todos los jóvenes, que éramos muchos ya que antes las familias eran muy numerosas. 
De éstas beladas salían los noviazgos y la mayoría terminaban en matrimonio. 

Magdalena Fernández

jueves, 13 de enero de 2011

EL SOMBRILLERO Y LAÑADOR



Era una profesión muy antigua la de sombrillero, se arreglaban paraguas no sombrillas de playa porque no existían, la sombra la daban con toldos en la playa.
El sombrillero solía  venir a Huétor Tájar en el invierno que es cuando se utilizaban mas las sombrillas o paraguas, también se utilizaban en verano  para cubrirse del sol y no ponerse morenas porque no se llevaba tener la piel oscura, las pieles blanquitas eran las que estaban de moda.
Este señor iba por las calles pregonando en voz alta para que le sacaran  a la calle las sombrillas o paraguas que estaban rotos pues cuando había una rotura en las varillas las arreglaba, incluso le cambiaba la tela por otra nueva.
También hacia de lañador de lebrillos, tinajas y toda clase de vasijas de barro, cuando se rajaban le ponía unas grapas metálicas y seguía usándose.
Otra cosa que llevaba este señor y lo pregonaba en las calles era  especias para la comida y harina de cebada tostada para hacer refrescos, estaba muy buena con el agua fresquita del pozo.

P. Gordo