Proyecto Abuelos en la Red Huétor Tájar

jueves, 30 de julio de 2015

PENSIÓN SAN ANTONIO ( POSADA DEL RUBIO)

       La pensión San Antonio, más conocida como Posada del Rubio, por el apodo que le daban al dueño ( que era mi abuelo ), se ubicaba en la antigua calle Río nº 4, hoy calle del Dr. Lopez Peña.
        Esta pensión databa del año 1880 más o menos o quizás de mucho antes. En sus principios era una casa antigua y más pequeña que la que fue más tarde, pues en 1940 mi abuelo compró una pequeña casa que había al lado y la unió a la posada, levantando así un gran caserón.
        La posada constaba de dos plantas en las de arriba se encontraban las habitaciones de los transeuntes y las de la familia. En la parte baja había un recinto empedrado con un gran arco donde hacían la vida los arrieros, gitanos  y marchantes, la cocina un patio y las cuadras para los animales.
     Al principio su actividad era solo de posada para albergar a arrieros y sus bestias, tratantes de ganado, marchantes y gitanos y otros muchos que venían con sus productos, como los meleros que traían miel de caña y de abeja, los costeños preferentemente de la axarquia malagueña con seretes de higos secos, cajas de uvas pasas, plantas de batata y otros productos que aquí no se encontraban.
        Juan José el afilador con su carro de madera y su flauta voceando por las calles, dándole al pedal para afilar tijeras, cuchillos y navajas. Andrés el sombrillero que arreglaba paraguas, lañaba lebrillos, vendía quincalla y refrescos de canela que estaban buenísimos.
       Los tratantes de ganado, marchantes y gitanos venían cada quince días a la feria de ganado y a las de Mayo y Septiembre. Era sobre todo en estas fechas cuando había un trajín de gentes, carros y animales entrando y saliendo a todas horas. Por las noches la parte vieja se convertía en una gran alfombra de colchones extendidos en el suelo (al principio fueron de paja y hojas de panocha y más tarde de lana) para que durmieran gitanos arrieros y otras personas que no podían permitirse pagar una habitación.
         Con el paso de los años todos estos oficios se fueron perdiendo y dieron paso a otros nuevos, y así la posada fue ampliando su actividad. Ahora sus clientes eran viajantes que acudían al comercio que empezaba a florecer en nuestro pueblo, o empleados de banca que venían a trabajar en los pocos Bancos o cajas de Ahorros que había. Maestros de escuela que estaban todo un curso, como D. Adolfo, la srta. Isabel, la srta. Leonor o la srta. Maruja. El veterinario D. Gregorio que estuvo en la pensión hasta casarse. El secretario del Ayuntamiento D. Diodoro que se hospedó hasta que se jubiló. Miguel el guardia Civil que mientras estuvo en el pueblo vino siempre a comer a la pensión. Y otros muchos que iban de paso y hacían noche en la fonda. También se alojaban otros que venían al pueblo y su estancia seria durante un largo periodo, como fue la empresa de electricidad que puso el primer alumbrado público, o la cuadrilla  de albañiles que hicieron las escuelas del Padre Manjón, o los trabajadores que venían a cortar las choperas, y otros que estaban por temporadas, pues venían a comprar productos del campo como cebollas, melones, sandías etc. y volvían cada año como Frasquito o Domingo. 
Todas estas personas estaban a pensión completa, no solo dormían sino que también almorzaban y cenaban, y cuando su estancia se prolongaba el ambiente era muy familiar, éramos como una gran familia.                                                  
      El negocio también daba trabajo a mucha gente, pues siempre había dos carreros para las labores del campo y el servicio a la estación, un mozo de posada pendiente de abrir y cerrar el portón, sobre todo por la noche para la salida y entrada de transeuntes, dos muchachas que ayudaban en las tareas de la casa, pues antes el trabajo era todo manual, había que ir a lavar al río, arreglar las habitaciones, preparar el comedor para las comidas y otras muchas faenas que ocupaban todo el día, una costurera para el arreglo de ropa de hogar y confección de prendas para la familia.
     En las ferias el trabajo se multiplicaba, la pensión se llenaba a rebozar, no solo las habitaciones también gente a comer. En los años que hubo campeonato de piraguismo no daban a basto preparando comidas, había que hacer turnos para almorzar. También en estas fechas se alojaba algún que otro famoso de la época, que venían a actuar en las fiestas, como Los Tres Sudamericanos, Conchita Bautista, y algunos otros.
      La posada también acogía a gente sin medios económicos que mandaban el alcalde, el cura o las monjas, personas que deambulaban de pueblo en pueblo. También era centro de reunión de la familia, todos los domingos y días festivos mis tíos y primos maternos venían a la que había sido su casa y pasábamos unos ratos estupendos.
      Eran años de mucho trabajo pero el negocio prosperaba y así a través de los años hemos conocido a infinidad de personas y personajes cada cual con su historia, recuerdos llenos de experiencias y anécdotas que permanecerán para siempre en nuestra memoria, tiempos pasados que no volverán.

 Esto es una breve pincelada de lo que fue la Posada del Rubio.

Mercedes Caliz Arrebola

En el patio de la Posada
Huéspedes en el patio de la posada