Proyecto Abuelos en la Red Huétor Tájar

miércoles, 13 de junio de 2007

UNA INFANCIA MARCADA


Empezaré contando algo de mi infancia, algo de lo que más me gustaba que era irme a casa de mi abuela pues siempre estaba rodeada de cariño, ella era una mujer fabulosa.
Yo era un poco caprichosa, y siempre le estaba poniendo cosas en desorden, me gustaba hacer teatros y me llevaba a mis amigas y juntas nos divertíamos mucho. Un día salí de paseo con una amiga y me encapriché en un muñeco que me gustó mucho y le pedí que me lo comprase y le parecía disparatado el precio pues ya ves valía treinta y cinco pesetas pero en el año mil novecientos cincuenta, esto era mas de lo que ganaba un jornalero al mes, pero aún así lo conseguí, y es que el muñeco lo valía, aún a mis años todavía lo tengo.
Cuando tenía 10 años cambié de casa y de provincia por lo que sufrí mucho dejar mi tierra natal. Aún todavía la recuerdo, pero por otra parte estoy agradecida de haberme trasladado, conocí nuevas amigas y unas vecinas muy buenas que se prestaron en darme una buena amistad, y se ofrecieron a enseñarme a hacer varias labores, como encaje de bolillo, punto de cruz, bordar mantillas de tul y otras labores que a mí me gustaba aprender ya que eso era lo que en aquella época se hacía, además de ayudar en la casa y en el campo.
Así me hice mayor y conocí al que después sería mi marido. Me enamoré y lo elegí para compartir mi vida. Me casé con veintiún año y tengo cinco hijos y ocho nietos, los cuales son maravillosos y les quiero mucho y esto es la parte mas bonita de mi vida, pues la otra parte es mas larga y bastante mas dura.

Antonia Gámiz

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