Proyecto Abuelos en la Red Huétor Tájar

martes, 15 de febrero de 2011

HISTORIA DE UNA ÉPOCA .

Nací el 21 de diciembre del año 53, en el cortijo de Montoya en el término de Loja, provincia de Granada. Mi abuela paterna atendió el parto porque en esa época los niños nacían en las casas.
Soy la segunda de 12 hermanos, así de pequeña ya ayudaba en la casa y criaba a mis hermanos pequeños. Aunque no había mucho con lo que jugar, nos la ingeniábamos para divertirnos unos con los otros. Cada uno ideaba una tontería, y unas veces nos disfrazábamos con ropas viejas, y otras nos bastaba con una cuerda para jugar a la comba.
Al vivir en los cortijos no había  colegios, venía un maestro por los cortijos cada dos días y nos daba un rato de leer y nos ponían  deberes. Posteriormente cuando yo tenía unos diez años vino una señorita de Barcelona, que era maestra aunque allí no ejercia. Cuando ella vió tantos niños sin escolarizar, se movilizó para que se hiciera un colegio. Se cedió un terreno y los vecinos aportaron cada uno lo que podían unos con su trabajo otros con algún dinero para comprar los materiales y con cuatro mesas y algunas sillas aquella escuela se puso en marcha. También gracias a ella pudimos hacer la primera comunión, pues ella se puso en contacto con los curas de Loja que hacían unas misiones por los cortijos en el mes de mayo para que los niños fueran bautizados porque había muchos padres que no bautizaban a sus hijos y ya hicimos  la primera comunión, en mi caso la
hice con 12 años junto a mis hermanos.
Así aprendí un poco las primeras reglas para defenderme. Posteriormente llegó el momento de examinarse para obtener el certificado de escolaridad o estudios primarios y había que desplazarse al Molino Malagón donde había otra escuela para hacer el examen. Denuevo el infortunio quizo que no pudiera ir debido a que mi madre se encontraba hospitalizada y yo debía cuidar a mis hermanos. Ya no hubo mas oportunidades de aprendizaje para mí pues teníamos que trabajar en el campo .
Cuando ya éramos algo mayores nos llevaban a las ferias del pueblo, siempre andando y casi siempre cuando llovía, llegábamos con la ropa y los zapatos llenos de barro. Como éramos tantos, no podíamos ir todos, porque no teníamos  ropa nueva ni calzado para todos, y nos los íbamos cambiando para ir a la feria por grupos.
En los cortijos también organizaban  fiestas, unas veces en unos y otras en otros. A estas fiestas llevaban uno o dos músicos, un acordeón un violín, bandurria y  nunca iban acompañadas de cante.     
Se bailaba toda la noche hasta la mañana siguiente, y allí nos juntabamos todos los jóvenes, que éramos muchos ya que antes las familias eran muy numerosas. 
De éstas beladas salían los noviazgos y la mayoría terminaban en matrimonio. 

Magdalena Fernández

2 comentarios:

Carmen (Centro Guadalinfo Huétor Tájar) dijo...

Son otros tiempos,la vida ha cambiado bastante en estas décadas.

paca dijo...

hola!, me he emocionado al encontrarte soy nueva en esto de internet pero soy de huétor, de tu misma edad y vivo lejos de alli, concretamente ne valencia, mi intención era crear un blog con el fin de conservar nuestra riqueza cultural, a sido una grata sorpresa encontrar esta pagina, un saludo y un abrazo